lunes, 26 de septiembre de 2011

EMILY DICKINSON

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Emily Dickinson, a tumba abierta

Lumen publica las cartas más íntimas y personales de la poeta estadounidense

Luis Antonio DE VILLENA | Publicado el 04/09/2009

Tímida y salvaje, Emily Dickinson (1830-1886) es para la inmensa minoría de los lectores de poesía una de las grandes, quizá la mejor en lengua inglesa. Y todo un enigma: vivió recluida en el hogar paterno, escribió 800 poemas de los que apenas 5 vieron la luz antes de su muerte y su vida sentimental sigue entre brumas y rumores de amores lésbicos y pasiones imposibles, hoy menos secretos gracias a las Cartas que publica Lumen en edición de Nicole d'Amonville, y que Luis Antonio de Villena presenta a continuación.

Como bien sabemos (hay bastantes traducciones últimas al castellano de la singular poesía de Emily Dickinson en España), la dama de Amherst (Massachusetts), “la reina reclusa” como la llamó -porque en una ocasión no quiso verle- Samuel Bowles, director de un periódico local, fue una mujer extraña, cerebral, solitaria, hipersensible, quizá neurótica, que escribió prácticamente en secreto una riquísima obra poética (más de 800 poemas) que, con la excepción de 5, y uno publicado sin nombre, no se conoció sino tras su muerte.
Puritana pero liberal, a causa sobre todo de la poesía y su lenguaje (original, roto en el ritmo, muy renovador), vivió sin apenas salir de la que fue prácticamente su única morada, la casa ajardinada de su padre, Edward Dickinson, un hombre de posibles, empresario y político, junto a su madre y su hermana menor Lavinia (“Vinnie”) y Susan Gilbert, su al fin cuñada, primero amiga íntima y algunos hasta sostienen que amante -pero en éxtasis de pureza, a buen seguro-.
Vestida sólo de blanco los últimos años de su vida, cuando muy pocos la veían o entreveían por su jardín, E. Dickinson pasó leyendo la Biblia protestante y a Emerson como una de sus principales influencias, y cuidando a su madre enferma, una existencia dedicada a las amistades y experiencias del espíritu, cada vez más sublime y más lejos… Los tres últimos años de su vida no salió siquiera de su habitación, abrumada por la muerte del último de sus amores imposibles, el juez Lord, que le había pedido en matrimonio, y por el Mal de Bright, la misma nefritis que padeció Mozart y que acabaría matándola en 1886. Es extraño que Tennessee Williams no hiciera de ella uno de sus personajes, porque bajo cierta óptica lo parece…
Como dice bien Nicole d'Amonville Alegría en su trabajado prólogo a esta acertada selección de la fértil correspondencia de Emily, en pocos autores sus cartas tendrán tanto que ver con sus poemas. En realidad, salvo muy cortas excepciones, no hacen sino desarrollar hacia sus amigos, conocidos, parientes o maestros -consideró tener dos- la misma salvaje y potente vida interior o íntima que aparece en su lírica. Cuando en una carta temprana a Susan termina diciendo: “¿Quién te quiere más, y mejor, y piensa en ti cuando a otros vence el sopor? Es Emilie” (como firmó antes que Emily), ¿cómo no pensar no sólo en sus poemas, sino en que contrariamente a lo que dice Harold Bloom, no reprimió su vida pasional, que es caudalosa en cartas y poemas, la practicara directamente o no?
Por cierto que si en el uso ruptural y novedoso de los guiones (que algunos traductores muy equivocadamente corrigen, quitándole su respiración) Emily recuerda a Paul Celan y a Marina Tsvietáieva, sobre todo y además en la prosa, aquí de correspondencia, su sentido del amor oculto y desbordante a la vez, la acerca a la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, para la cual (y olvidemos aquí el doble sentido de una palabra) “el amor más alto es aquel que no pide correspondencia.” ¿La correspondieron a Emily, fuera del ámbito familiar, incluso sus familiares? Eso no nos lo dicen sus cartas, que sí muestran su a ratos borbotónica y refinada pasión y alguna vez también -propio de una ciclotímica- su conocimiento (frente a la euforia) de “la Hora del Plomo”. Leyendo sus cartas, ¿cómo no recordar también la noche, los ángeles y la ultrasensibilidad rilkeana?
Esta antología de la correspondencia de Dickinson -muy notable a mi gusto, en una traductora que ya vertió una antología poética de la autora- se divide en cuatro grandes períodos que son la primera juventud (1842-57), los años en que secretamente empezó a escribir poesía en serio (1858-65), los años de reclusión casi absoluta en que escribe menos cartas o poemas (1866-79) y finalmente los años finales, signados por lo elegíaco de varias muertes cercanas y el culmen de su reclusa excentricidad (1880-1886).
Cercanía de cartas y poemas en afinidad literaria, y las líneas finales que hoy están en su lápida: “Primitas,/ Me reclaman. (Called back)/ Emily”. Evidentemente excepcional.

¿Mi verso está vivo?
A T. W. Higginson [Amigo y consejero literario de E. D.] 15 de abril de 1862
Señor Higginson,
¿Está usted demasiado ocupado para decirme si mi Verso está vivo?
La mente está tan cerca de sí misma - que no puede ver, con nitidez, y no tengo a quién preguntar- De pensar usted que respira -y de tener el asueto para decírmelo, sentiría yo una pronta gratitud-.
Si cometo el error -y usted osara decírmelo- le honraría yo más sinceramente -a usted-
Adjunto mi nombre -y le pido, si le place- Señor -que me diga ¿qué es verdadero?
Que no me traicionará usted -es vano pedirlo- porque el honor es su propia prenda-
Emily Dickinson
“A las 3 en punto mi mente se detuvo”
A Susan Gilbert (Dickinson) [Amiga íntima y futura cuñada]
Principios de diciembre de 1852
Viernes a mediodía
Querida Amiga.
Lamento informarte que a las 3 en punto de ayer mi mente se detuvo, y que desde entonces ha permanecido estacionaria.
Antes de que estas noticias te lleguen, probablemente seré un caracol. Por esta adversa providencia, un ser mental y moral ha sido barrido de su esfera, sin clemencia. Pero no deberíamos apurarnos -“Dios se mueve de manera misteriosa, para llevar a cabo sus maravillas, planta el pie en el mar y cabalga sobre la tormenta”, y si es su voluntad que yo me convierta en oso y muerda a mis semejantes, será para el bien supremo de este mundo caído y perecedero. Si el caballero en los aires tiene la bondad de dejar de tirar bolas de nieve, podría volver a reunirme contigo, de otro modo, es incierto. Mis padres están bastante bien -Gen Wolf * está aquí- iremos a recoger al comandante Pitcairn* que llega en la diligencia de la tarde.
Ayer estuvimos muy afligidos por el supuesto traslado de nuestra Gata del tiempo a la Eternidad.
Regresó, no obstante, anoche, tras ser detenida por la tormenta más tiempo del que esperaba.
Leo en los periódicos de Boston que Giddings** vuelve a estaren alza - espero que lo arreglarás con Corwin [político que se había opuesto a la ley del Esclavo Fugitivo] y que tendrás al norte entero en ristre.
Buen tiempo para ir en trineo -he encargado 52 cuerdas de nogal negro. Necesitamos algunos caminos en nuestra dirección, ¿no quieres unirte al equipo?
Tuya hasta la muerte -
Judah
*Gen Wolf, Pitcairn: seguramente se trata de apodos que Emily Dickinson asigna a los visitantes políticos que iban a saludar a su padre, Edward Dickinson, elegido diputado del partido Whig.
** Joshua Reed Giddings (1795-1864), político local, rompió con el partido Whig en 1852.
“'No' es la palabra más salvaje”
A Otis P. Lord [El juez Lord, único amor correspondido de E. D]
circa 1878
¿No sabes que cuando más feliz eres es cuando retengo y no otorgo - no sabes que “No” es la palabra más salvaje que consignamos al Lenguaje?
Lo sabes, porque conoces todas las cosas - [la parte superior de la hoja ha sido cortada]… estar tan cerca de tu anhelo - tocarlo al pasar, porque no soy sino una durmiente inquieta y a menudo viajaría desde tus Brazos por toda la noche dichosa, pero me auparás de nuevo, ¿verdad?, porque solo allí pido estar - digo que, si sintiera el anhelo más cerca - que en nuestro querido pasado, quizá no me resistiría a bendecirlo, pero debo hacerlo, porque sería lo correcto. La “Valla” es de Dios - Mi Dulce Amigo - por tu gran bien - no el mío - no te dejaré franquearla - pero es toda tuya, y cuandosea el momento levantaré los Barrotes y te pondré sobre el Musgo - Tú me enseñaste la palabra.
Espero que no tenga una apariencia distinta cuando la fabrican mis dedos. Es Angustia lo que anhelo ocultarte para permitirte dejarme, hambrienta, pero tú pides la divina Corteza y eso echaría a perder el Pan.
Esa Flor no frecuentada.
Embellécete - (hasta merecedor[a]) [hoja cortada]
Estaba leyendo un Librito - porque me rompió el Corazón quiero que rompa el tuyo - ¿Lo pensarás justo? Lo he leído a menudo, pero no antes de empezar a amarte - encuentro que esto es determinante - es determinante en todo respecto - Hasta el silbido de un Niño al pasar tarde por la Noche, o el Bajo [¿?] de un Pájaro - [hoja cortada] Satán” - pero es cierto que lo que no he oído es la dulce mayoría - dice la Biblia muy socarrona, que el Hombre caminante, aunque “insensato - no tendrá que errar allí”; ¿y la Mujer “caminante”? Pregúntale a tu palpitante Escritura. Acaso te sorprenda que hable de Dios - lo conozco solo un poco, pero Cupido enseñó Jehová a muchas mentes legas - la Brujería es más sabia que nosotros -
Emily Dickinson
“Encarcélame en ti”
A Otis P. Lord circa 1878
Mi bello Salem* me sonríe. Busco su Rostro muy a menudo - pero he terminado con las apariencias**.
Confieso que le amo a él - me regocijo de amarle - agradezco al crea dor del Cielo y de la Tierra -que me le dio para amarle - la exultación me inunda. No logro encontrar mi canal - el Arroyo se torna Mar - al pensar en ti -
¿Me castigarás? “Bancarrota Involuntaria”, ¿cómo podría ser eso un Crimen?
Encarcélame en ti - pena rósea - hilvanando contigo este bello laberinto, que no es Vida ni Muerte - aunque tiene la intangibilidad de una y el arrebol de la otra - despertar por ti el Día vuelto mágico contigo antes de irme
Emily Dickinson
* Lord vivía en Salem, al norte de Boston
** He terminado con las apariencias. Una vez muerta la mujer de Lord, E. D. podía amarle abiertamente.
“Sí, sí te deseo tiernamente”
A Otis P. Lord 11 de noviembre de 1882
Papá tiene aún muchos armarios que el Amor nunca ha saqueado. Sí - sí te deseo tiernamente. El Aire es suave como Italia, pero cuando me roza, lo desdeño con un Suspiro, porque no eres tú. Las Peregrinas [su cuñada Susan y su sobrina] vinieron Anoche - Austin dice que están morenas como Bayas y son ruidosas como Ardillas Tamia, y siente muy invadida su soledad, hasta donde yo puedo saber. Estas dislocaciones de privacidad entre los Corsarios me divierten sobremanera, pero “el Corazón conoce su propio” [E. D. juega con un proverbio bíblico] Antojo - y en el Cielo ni cortejan ni son dados en cortejo - ¡qué lugar más imperfecto!
El insomnio hace tropezar mi Lápiz. El afecto lo traba - además. Nuestra vida juntos fue un largo perdón de tu parte hacia mí. La intrusión de mi Amor rústico en tus Reinos de Armiño, soloun Soberano podría perdonarlo - Nunca me arrodillé ante otro - El Espíritu nunca dos veces el mismo, sino cada vez otro - este otro más divino. ¡Oh, de haberlo encontrado antes! Sin embargo, la Ternura no tiene Fecha - llega - y sobrecoge.
El tiempo anterior a ella era - no era nada, entonces ¿por qué fijarlo? Y es todo el tiempo por venir, lo que abroga el tiempo.
Emily Dickinson
“¿Hay más que el Amor y la Muerte?
A la Sra. de J. G. Holland [Amiga íntima] finales de 1883
Dulce Hermana. ¿Era así como yo la llamaba? Apenas rememoro, todo se me hace tan distinto - Vacilo sobre qué palabra tomar, ya que solo puedo tomar unas pocas y cada una ha de ser la más capital, pero recuerde que la transacción más gráfica de la Tierra ocupa una única sílaba, no, incluso una mirada -
El Médico dice que tengo “Postración nerviosa”. Es probable que sí - desconozco los Nombres de la Enfermedad. La Crisis del dolor de tantos años es lo único que me cansa - Como Emily Brontë a su Creador, yo escribo a mis Perdidos: “Toda Existencia existiría en ti - “ La tierna consternación por usted se vio muy aliviada por la pequeña Tarjeta, que decía “mejor” tan alto como una Voz humana - Por favor, Hermana, espere -
“Abrid la Puerta, abrid la Puerta, me esperan”, fue la dulce orden de Gilbert [su sobrino favorito, muerto antes de cumplir seis años de fiebre tifoidea] en su delirio. ¿Quienes le esperaban? Daríamos todo lo que poseemos por saberlo - la Angustia la abrió, por fin, y él corrió hacia la pequeña Tumba a los pies de sus Abuelos - Todo esto y más, aunque, ¿hay realmente más? ¿Más que el Amor y la Muerte? ¡Entonces, díganme su nombre! [...]
Emily

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