lunes, 18 de abril de 2011

Trabajo Práctico sobre cuentos de Abelardo Castillo

Historia para un tal Gaido (fragmento)

Su historia es asi: para él, para Martin Gaido, todo comienza una noche de los carnavales de 1940, en lo peor de Parque Patricios, frente al basural. La misma noche que Juan -su hermano- entró como borracho a la pieza, apretándose el estómago con los dos brazos y, antes de caer hecho un ovillo sobre el piso, alcanzó a decir ¨me la dieron, Martín¨, y fue lo último que dijo. Esa noche, Martín supo que tenía que arrodillarse junto a su hermano y preguntar. Aquella pregunta fue la primera de una serie de preguntas, precisa, irrevocable, estirada a lo largo de veinte años, que debía terminar esta noche en un boliche de la costa de San Pedro. Como esa vez Gaido no podía adivinar tanto, simplemente se arrodilló junto a un muerto y preguntó. Sólo se oyó el silencio, o tal vez el sonido lejano de unos pitos de murga, de unas matracas, y se oyó un juramento de Martín, una promesa convencional y terrible.
Más tarde se enteró de la pelea. Esto también había sido convencional (todo, supo luego, sería convencional en su historia). Había, por supuesto, un baile, y había una mujer disfrazada de Colombina a la que se disputaban dos hombres. Uno de los hombres era Juan; el otro, a juzgar por lo poco que sabían de él, no era nadie. Le contaron que esa noche su hermano atropelló a lo loco y un resbalón fortuito mezcló las muertes; después del resbalón, una mascarita vio a Juan levantarse del suelo con los ojos lleno de espanto, queriendo sacarse su propio cuchillo del cuerpo, y al otro que, sin pestañear, lo clava suciamente, dos veces más todavía.
Como digo, para él, para Martín Gaido, su vida empieza esa noche. A partir de esos carnavales vivirá persiguiendo a un hombre, una especie de sombra escurridiza, ese nadie que parte de los lugares a donde él llega sin dejar más rastros que la memoria gangoza de algún borracho acerca de un modo de mirar, el color de un traje o la manera de echarse el sombrero gris sobre los ojos. La mujer no tenía mucha importancia en su historia y no apareció nunca, como si hubiera estado en ese baile sólo unos minutos, para justificar con su disfraz de Colombina la irrealidad del carnaval. La busca del hombre, en cambio, fue un ajedrez lento, inexorable y exacto. Hubo pueblos perdidos, almacenes de llanura, cantineros con sueño a cuyo oído, en voz baja, Martín formuló preguntas, cantineros que sólo conocían una parte del secreto pero lo condujeron sin remedio a lugares donde el rastro se volvía cada vez más preciso.

Para seguir leyendo...
http://fundamentalistaspseudofilosoficos.blogspot.com/2006/07/historia-para-un-tal-gaido.html

Comentario encontrado por Nataly y Belén
A mí me mandaron a leer ese cuento cuando estaba en noveno. Es una lectura algo complicada, yo creo que lo fantástico de este relato es la vacilación en la cual se mantiene al lector, se crea una incertiumbre ya que no es posible explicar los hechos desde un punto de vista lógico. El texto aborda la historia de un hombre (Martín Gaido) a quien le han asesinado al hermano y él jura vengarse del asesino y emprende una búsqueda que dura años para consumar la venganza. Pero llega un momento en la historia en donde (al lector nunca nos queda claro por qué) Gaido desiste de su plan justo cuando está por llevarlo a cabo y vuelve a su barrio por las calles porteñas. Es entonces cuando se nos revela una verdad que confunde aún más: el narrador de la historia cuenta que Gaido se acerca por las calles, preparado para encontrarlo a él y matarlo (con lo cual da a entender que él es verdaderamente el asesino del hermano de Gaido)

Comentario encontrado por Belen y Nataly 17 de abril de 2011 12:3

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